La historia de Ángela

La historia de Ángela

Había una vez una niña llamada Ángela.
Vivía en un pueblecito a las afueras de Inglaterra.
Un viernes, por la tarde, Ángela hacía los deberes en la cocina de su casa.
En la escuela de Inglaterra eran bastante exigentes pero ella llevaba bien los deberes y los estudios, así que no tenía problemas. En su escuela tenía muchos amigos, solo que todos vivían en la hermosa ciudad muy lejos de su casa así que solo se veían en la escuela.
Mientras Ángela hacía los deberes, también se hacía la lavadora. Emitía un sonido bastante fuerte así que Ángela se distraía a ratos.
En una de esas se le callo el lápiz al suelo y se agacho para recogerlo. Cuando se agacho para recogerlo se fijo en la lavadora… Parecía que en su interior había una puerta por la que solamente cabía una nuez de las pequeñas, la niña se quedo prendada de repente de la bonita puerta de oro macizo y, sin pensarlo si quiera se tumbo en el suelo frío de la cocina. Se pego horas y horas admirando la puerta, aunque a ella se le pasaron como si fueran segundos de un minuto.
De repente, sin ninguna explicación, Ángela se desmayo y a trabes de la minúscula puerta paso como un rayo que cruza el cielo en una tormenta espantosa.
Al despertar se ayo en una habitación resplandeciente, tenía un montón de luz y se debía a que la habitación entera estaba hecha de cristal transparente, la cama, el espejo, los libros, el armario, ¡todo!
En la estancia había una ventanita en la pared, se acerco, se asomo y, para su sorpresa, vio a un montón de gente, pero no normal y corriente, sino… ¡gente azul!
Ángela se quedo atónita, sorprendida, todas las palabras que expresen perplejidad ante algo, así se quedo Ángela.
De repente se dijo: ``Tendré que salir tarde o temprano, ¡Y desde luego, mucho mejor antes que después! ´´.
Ángela se esforzó en encontrar la salida y cuando la encontró salio inmediatamente de aquella estancia. Estaba harta del deslumbramiento que le producía el cristal de la habitación.
Su esfuerzo para volver a sentirse bien a la luz del día fue en vano porque cuando salio las personas azules y todos los edificios de cristal se acoplaron a su alrededor, y, por su puesto, hacía un día soleado y las casas deslumbraban mucho más que el cristal de la habitación.
Desde luego las casas también se movían, estaban vivas, bueno, vivas, vivas no.
No eran como las personas pero si tenían sentimientos.
Todo el mundo parecía muy curioso por la presencia de una humana de carne y hueso.
La ciudad se llamaba ``Londoponis´´.
Londoponis era una ciudad bastante pacífica, o, por lo menos eso se percibía cuando se veía la hermosa ciudad tan bien tratada y cuidada. Ángela estaba asombrada del tipo de preguntas que le hacían los Londoponitanos. Eran preguntas bastante extrañas, como: ¿Qué shampoo usas para lavarte el pelo? o bien: ¿Por que no tienes la piel color azul?
Ángela estaba tan aturdida, pero a la vez contenta de estar con gente, por lo menos, porque eran personas, azules, pero lo eran. Y, tenía un presentimiento de que la ciudad Londoponis era bastante cercana a casa, a su casa. De repente callo en la cuenta de que nunca había figurado esa ciudad en los mapas, ni en el pasado ni en el presente así que se dio cuenta también de que era una de las pocas personas que había viajado a ese asombroso país.
Ángela confraternizo enseguida con algunas personas, pero se hizo especialmente muy amiga de una de ellas: ``Frodintarontio´´. Ese chico era muy especial, era amable y cariñoso, no se sentía superior a los demás pero defendía sus posesiones, a sus amigos y, a si mismo.
La verdad era que en esa ciudad era imposible poder sentirse superior a otros o ser cruel con los demás pero en nuestro mundo ser como era Frodintarontio era ser una persona muy especial.
A Ángela no le gustaba Frondintarontio solo como amigo sino que esperaba que algún día ellos fueran algo más que eso.
Con el tiempo Ángela se fue acostumbrando a las costumbres que tenían en aquel lugar, familiarizo con mucha gente, hizo muchos amigos y se alojo en una casita solo para ella.
Con el tiempo se fue olvidando de Inglaterra y de su casa, de su familia y de sus amigos. Pero su aspecto también empezó a cambiar, se estaba volviendo azul.
Los Londoponitanos lo encontraban normal y, ella, también.
Un día, había que dado con sus amigos para ir al parque y después a hacer la compra.
Con el tiempo había hecho una cuadrilla por así llamarlo y todos se llevaban muy bien. En ella estaban la propia Ángela, Frodintarontio, Yanagua, Carapantreras, Lolallolandrianapajarería (apodada Lolallolandria), Penitarencia, Colitomateria y Paratonteria. La mejor amiga de Ángela era Lolallolandria, se llevaban muy bien porque tenían casi los mismos gustos y también les gustaban los estudios.
En lo único que no coincidían era en Frodintarontio, a Lolallolandria le gustaba como amigo pero no le veía el atractivo que veía Ángela, aunque Ángela decía que era mejor así porque no le gustaría meterse y pelearse con ella por un chico, así todo para ella.
Frodintarontio también estaba bastante interesado en Ángela pero hacía lo que podía para que no se notase, porque, aunque estuviesen en Londoponis los chicos, eran chicos.
Después de ir al parque fueron al súper mercado y compraron todo lo que necesitaban.
De repente Ángela se percato de que su casa no estaba en aquel lugar, paso un tiempo y empezó a acordarse de su hogar, de su familia, de su mundo.
Se acordó de cómo había llegado a aquel lugar y supo entonces que tenia que regresar si aun era posible.
Un día pensando en como hacer para volver fue paseando a un lugar muy especial. Era el lugar de un árbol muy antiguo que por lo menos tenía 4 siglos. El árbol era muy parlanchín pero sabía dar alegría que duraba por lo menos 2 meses y si la cuidabas muy bien digamos que llegaba a durar asta 1 año.
También daba respuestas a todas las preguntas que tuvieses por muy difíciles que fueran.
Ángela paso por allí y, sin pensárselo dos veces le hizo su pregunta formulando así: ``Querido árbol de la buena suerte que alegra a los corazones (le llamaban así desde hace generaciones), ¿Cómo llegue a este mundo y como podré volver al mío?´´
El árbol le dijo: ``Tu has llegado a este lugar por puro misterio y pura magia, y, podrás volver a tu hogar, con la magia de uno de mis frutos´´.
Ángela, a la que le había quedado todo muy claro volvió a preguntar: ``Y, señor, si yo quiero volver a este mundo, ¿Qué tendré qué hacer?
Y el árbol respondió: ``Solamente tendrás que pensar en todos nosotros y en el lugar en el que quieres aparecer´´.
Ángela le dio las gracias al árbol y se fue al ayuntamiento, pidió al alcalde que convocase una reunión para despedirse de todo el pueblo y el alcalde le dijo que la convocaría para el día siguiente.
Al día siguiente Ángela volvió a casa del árbol y tomo uno de sus frutos.
La reunión se iba a convocar allí, en el parque del árbol para que el se pudiese despedir también como todos los demás.
Ángela les explico porque se iba a marchar y cuando y como iba a volver.
A todos les pareció bien así que, Ángela, después de despedirse de todos mordió la manzana y, para asombro de todos, desapareció.
Cuando despertó se hallaba en la cocina de su casa tendida en el suelo como cuando partió mediante magia a Londoponis. Se acordó de su aventura y muy pronto se la contó a todo el mundo. Cuando pasaron unos años y ya había formado una familia decidió ir a ver a sus amigos. También llevo a sus hijos con ella para que conocieran su mundo.
A toda la familia le encanto y, desde entonces, hacen visitas una vez al mes.
Cada vez empiezan a ir más personas a Londoponis y desde entonces es una ciudad de turismo o para obtener residencia para todas las personas cercanas a Ángela y a su familia.