-Historia de un tango-
“Dícese de un baile rioplatense,
difundido internacionalmente, de pareja enlazada, forma musical binaria y
compás de dos por cuatro.”
RAE
Una señorita se vistió de rojo,
llegaron las faltas de aguas de Mayo.
Tomó sendero vespertino hacia una capilla,
taconeando en cuero negro.
-
Día como cualquiera,
treinta semillas de primavera
suben al altar,
ya se van a consagrar.
-
Y no crujen los bancos,
más retumban,
entre sonidos quejosos
de almas que olvidaron hace tiempo.
-
Olvidaron qué es amar,
gritar, saltar.
Correr, cantar.
Bailar.
-
El amor no es confusión,
ni odio ni dolor.
Va vestido de pasión,
pasión: ¡mi cruel temor!
-
Nacen sin la entonces luz oscura
de nuevo treinta semillas.
Germinan conmoción,
no hay peor corrosión.
-
A la salida de la iglesia,
quince arrugas bailan al compás
de la dejadez, el infortunio.
¿Es casualidad?
-
Aparecen ya vaqueros,
desgarrados por el uso.
Piel desnuda
y porte oscuro.
-
Estatuas irrumpen en clamor,
reconocible desfachatez alentada.
Odio ante la vida y el amor,
fe que ya no sienten, Dios.
-
Bajo los rayos del Sol
brillan dos.
Y marcándose un tango,
giran con color.
-
Color del dolor contenido,
dolor en estado de devolución.
Devolución otorgada
a emisarios del Señor.
-
Piernas fuertes y enfurecidas
-gracias a la terquedad-
de tez morena y tozuda
se enredan sin desenredar.
-
¡Amedrantados gritan
todos los que quisieran
pero viven encarcelados
en su triste hipocresía banal!
-
Dícese de un baile rioplatense,
difundido internacionalmente,
de pareja irreverente,
forma musical indeleble
y compás de dos por cuatro.
-
Y así, bailamos hasta que no
hubo cuero ni vestido rojo ni vaqueros que romper con el movimiento y
hasta que el gentío se dispersó haciendo alarde de corrección y remanso
pero huyendo del deseo de todos y cada uno de ellos de bailar y brillar y
despertar.
Esta la escribí yo, es de carácter algo vanguardista... Ya la teníais por el otro blog, así que igual la habíais leído ya.
Espero que os guste.
Miriam
No hay comentarios:
Publicar un comentario